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Aceite de Oliva Virgen Extra: el cuidado esmero para crear un producto único

El Aceite de Oliva Virgen Extra es toda una joya gastronómica, tanto por su arraigo milenario en nuestra cultura como por sus características nutricionales y sensoriales.

El Aceite de Oliva Virgen Extra que llega a tu mesa, y que degustas cada día en tus platos, es el resultado de un singular proceso, en el que se cuida con el máximo esmero y delicadeza hasta el más mínimo detalle para su elaboración óptima.

En una época marcada, cada vez más, por la automatización y mecanización de procesos, la elaboración del Aceite de Oliva Virgen Extra ha sabido servirse de aquellos avances que permiten favorecer su producción, pero teniendo siempre presente el compromiso de garantizar que, durante las diferentes etapas que transcurren desde el olivo a tu mesa, se respeten en todo momento las propiedades organolépticas y nutritivas de la aceituna, como elemento clave para asegurar su calidad.

En primer lugar, como ya destacamos en una anterior publicación en este blog, todo comienza con la cuidada selección del mejor momento para llevar a cabo el proceso de recolección de la aceituna, en función de la variedad de que se trate y de los matices que se desea que destaquen en el Aceite de Oliva Virgen Extra resultante.

A partir de aquí, tras su traslado a la almazara, se pone en marcha una etapa clave para contribuir a mantener intactas las propiedades de la aceituna, como es el proceso de molturación.

Para ello, es preciso proceder al batido de la aceituna mediante la extracción en frío de su zumo, con una temperatura por debajo de los 27 °C, y durante un tiempo no muy prolongado, de alrededor de 30 minutos, con el fin de conseguir que esta extracción se realice de una forma homogénea.

En este sentido, el control de las condiciones fijadas en el proceso de molturación resulta esencial para favorecer la consecución del resultado deseado, ya que el desarrollo de un batido excesivo o a una temperatura superior a la recomendable podría influir en la pérdida de las propiedades organolépticas y cualidades naturales que están presentes en la aceituna y que se desean trasladar al AOVE final.

Tras la molturación se procede a lo que se conoce como proceso de extracción propiamente dicho, a través de la separación de las pieles, los huesos y el agua que se encuentran presentes en el producto, para pasar posteriormente a la eliminación definitiva de partículas sólidas mediante su centrifugación y filtrado.

Para finalizar, se lleva a cabo su decantación y almacenamiento, normalmente en depósitos elaborados con acero inoxidable y a una temperatura constante próxima a los 18 °C, garantizando así que se encuentra en las mejores condiciones posibles antes de ser envasado.

Como puedes observar, la elaboración de Aceite de Oliva Virgen Extra no es, en modo alguno, el resultado de la casualidad, sino más bien la causalidad que resulta del cuidadísimo esmero que se lleva a cabo a lo largo de todas sus etapas de elaboración, para contar con la seguridad plena de que puedas disfrutar cada día de un producto con una calidad única e inigualable.