Una de las principales características de nuestro sector oleícola, líder indiscutible a nivel mundial en cuanto a la producción de Aceite de Oliva Virgen Extra, tanto en términos cuantitativos y cualitativos, reside en que se trata de una actividad agrícola que se encuentra en constante evolución.
Año tras año se incorporan un gran número de mejoras en el cultivo, tratamiento y recolección de nuestros olivos, dirigidas a contribuir a incrementar aún más su sostenibilidad y la calidad única de los frutos del olivar.
No obstante, esta apuesta decidida por los avances en el sector no implica, en modo alguno, una renuncia a todos los aspectos positivos que ofrece el sistema de cultivo que popularmente se conoce como olivar tradicional, con el fin de seguir manteniendo la pujanza del sector como motor de nuestra agricultura, y de nuestra economía en su conjunto.
Por este motivo, una vez que hace unos días aprovechamos este blog para resaltar los diferentes beneficios asociados al cultivo del olivar en seto, hoy queremos completar esta información mostrando a continuación aquellos aspectos que explican todo lo bueno que hay detrás del sistema de cultivo basado en el olivar tradicional:
- En primer lugar, el cultivo del olivar tradicional permite que se sigan cultivando variedades extremadamente valiosas en cuanto a la calidad de matices de su fruto, que posteriormente se trasladarán al Aceite de Oliva Virgen Extra, pero que, sobre todo por su vigor, no son aplicables para su empleo en el olivar en seto.
- Por otro lado, en un olivar tradicional es posible racionalizar la aplicación de tratamientos fitosanitarios y fertilizantes, gracias a que la separación existente entre árboles reduce el riesgo de proliferación masiva de enfermedades y permite una absorción individualizada de los nutrientes presentes en el suelo.
- Asimismo, el cultivo del olivar permite la aplicación de numerosas técnicas relacionadas con la agricultura de conservación. De esta forma, la reducción de técnicas de laboreo y la ampliación de su periodicidad en el tiempo disminuye considerablemente el volumen de gastos relacionados con el mantenimiento del olivar, y permite al mismo tiempo una regeneración más rápida de las propiedades naturales del suelo agrícola.
- Además, para finalizar, es preciso poner de manifiesto que el cultivo del olivar tradicional es un ejemplo de actividad agrícola sostenible tanto a nivel social como medioambiental, ya que contribuye a la creación de empleo, fija la población al territorio y, al mismo tiempo, los olivares tradicionales sirven de hogar y refugio para numerosas especies, entre ellas un gran número de polinizadores, generando un ecosistema que se caracteriza por la riqueza de su biodiversidad.