El olivar siempre ha sido considerado como un entorno agroforestal único, por su carácter sostenible y su riqueza en términos de biodiversidad.
Cuando se habla del cultivo del olivar, nuestra mirada se suele dirigir hacia un sector que cuenta con un papel estratégico que aúna tradición y vanguardia en un producto único, y muy especialmente si hablamos de los Aceites de Oliva Virgen Extra, que representa tanto dentro como fuera de nuestras fronteras la mejor carta de presentación de uno de los productos más emblemáticos de nuestra gastronomía.
Asimismo, uno de los aspectos que hacen aún más especial a este cultivo, es su papel en favor de la sostenibilidad, la biodiversidad y el respeto del medio ambiente.
Ejemplo de ello es que, según el Consejo Oleícola Internacional, el cultivo del olivar y la producción y comercialización de Aceites de Oliva Virgen Extra puede presumir de contar con una ‘huella de carbono negativa’, o dicho de otro modo, que estas actividades absorben más carbono y otros gases de Efecto Invernadero de la atmósfera de los que generan.
También es preciso incidir en otro aspecto importante, como es el hecho de que las más de 2,5 millones de hectáreas dedicadas al cultivo del olivar en nuestro país son también el refugio de una extraordinaria biodiversidad, conformando un ecosistema en el que conviven multitud de especies vegetales, de insectos polinizadores, pequeños mamíferos y aves en una perfecta armonía.
Nos encontramos ante un inmenso bosque, creado por el ser humano, que contribuye a favorecer nuestra cohabitación con multitud de especies, constituyendo un auténtico ejemplo de espacio agrícola biodiverso, sostenible y beneficioso para todos.