Cuando se hace referencia a los diferentes matices presentes en un AOVE es bastante habitual que se emplee, entre otros términos, un concepto que en ocasiones puede llevar a cierta confusión, como es el de ‘frutado’ (que no ‘afrutado’).
En este sentido, llama la atención que el carácter frutado de un aceite de oliva virgen extra es, precisamente, una de las características más importantes y diferenciales a la hora de evaluar su calidad y propiedades únicas, por lo que consideramos indispensable aprovechar este espacio para resolver tus posibles dudas en este sentido.
Al hablar de los matices frutados de un AOVE se está incidiendo en la exposición de aquellas sensaciones o propiedades organolépticas que se perciben con un mayor o menor nivel de intensidad durante la realización de su cata profesional o su consumo a nivel doméstico, y que están relacionadas de forma directa con las características que se han trasladado, cuidando al máximo su pureza, desde la aceituna al aceite de oliva virgen extra resultante.
Dicho de otra manera, de una forma más coloquial, cuando se habla del carácter frutado de un Aceite de Oliva Virgen Extra se está haciendo referencia a la riqueza de matices que posee la elaboración final del AOVE y que, en la práctica, son las que lo dotan de su propia personalidad, aroma, sabor y calidad.
Como es lógico, al tratarse del jugo o zumo de una fruta como la aceituna, se recoge toda esta diversidad de detalles bajo el término ‘frutado’, que estará condicionado por la variedad de aceituna seleccionada y el hecho de recoger este fruto en su momento óptimo de maduración y directamente del árbol, para evitar cualquier elemento externo que pueda distorsionar estos matices.
De hecho, la generación del carácter frutado de un AOVE es el resultado de la combinación o integración de hasta 200 compuestos químicos naturales volátiles presente en la aceituna, por lo que estos matices se perciben principalmente a través del olfato, aunque también se reflejan de una forma algo más sutil en el retrogusto que genera un aceite de oliva virgen extra al ser ingerido.
En este punto, es preciso resaltar que el carácter frutado de los AOVE es uno de los elementos que permite establecer una mayor diferenciación respecto a otras variedades de aceite de oliva, ya que implica el traslado directo de las propiedades organolépticas de la aceituna, sin ningún tipo de distorsión ni refinamiento, al jugo resultante de la misma.
Por tanto, y como se ha comentado anteriormente, a través de los diferentes matices frutados que ofrece un aceite de oliva virgen extra se pone de manifiesto elementos tan relevantes como la variedad (o variedades) de aceituna empleada en su elaboración, la salud y calidad del fruto utilizado, su grado de maduración, y otros aspectos básicos como que esta ha sido recogida del árbol en su momento óptimo y que para su obtención se han empleado exclusivamente procesos mecánicos.
A partir de esta información, y dada la importancia del carácter frutado de un AOVE y de la diversidad de aspectos a tener en cuenta en este sentido, nos comprometemos a seguir avanzando sobre este tema en futuras publicaciones de este blog, profundizando en las diferentes tipologías o categorías de frutado que se pueden percibir al degustar un aceite de oliva virgen extra.
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