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Aceite de Oliva Virgen Extra: una auténtica explosión de matices para tus sentidos

Entre las innumerables propiedades organolépticas y saludables del AOVE hay una que le otorga un valor gastronómico único: la versatilidad de sus matices.

Más allá de todas las propiedades que lo convierten en un superalimento, gracias a sus múltiples beneficios nutricionales para tu salud, el Aceite de Oliva Virgen Extra destaca por su extraordinaria intensidad y diversidad de sabores.

En este sentido, uno de los aspectos que más se valora a nivel gastronómico en relación al Aceite de Oliva Virgen Extra es su capacidad para aportar a los platos matices que permiten potenciar su sabor original y, lo que quizás es aún más importante, en la posibilidad de seleccionar su presencia e intensidad en función de la variedad de aceituna elegida para la elaboración del AOVE.

Aunque es posible que te resulte sorprendente, la aceituna es de los pocos frutos en los que se pueden encontrar, en función de sus propiedades organolépticas naturales y su variedad, los cuatro sabores básicos que percibe nuestro sentido del gusto, como son los matices dulces, salados, amargos y ácidos.

Teniendo en cuenta que estos cuatro sabores se suelen presentar, en numerosas ocasiones, de una forma conjunta, es decir, con un diferente grado de intensidad, hoy queremos aprovechar este espacio para mostrarte los aspectos más relevantes en relación a la presencia de cada uno de ellos en un Aceite de Oliva Virgen Extra.

En primer lugar, el sabor dulce suele percibirse con un mayor grado de intensidad en aquellas variedades con una presencia predominante de matices frutados, como la arbequina, la empeltre o la royal, por citar algunos ejemplos.

A la hora de probar o catar un Aceite de Oliva Virgen Extra, el sabor dulce se manifiesta principalmente en la punta de la lengua, lo que explica que aparezca de una forma más notoria en los primeros instantes y que vaya perdiendo intensidad progresivamente.

Por su parte el sabor amargo, característico de variedades como la picual o la cornicabra, se percibe casi exclusivamente en la parte posterior de la lengua y, a diferencia del anterior, se incrementa con el paso del tiempo, gozando así de una presencia mucho más prolongada.

En cuanto a los sabores ácidos y salados, también están presentes en el AOVE, de forma variable en función de las distintas variedades de aceitunas empleadas en la elaboración de un Aceite de Oliva Virgen Extra.

El sabor ácido se manifiesta en los laterales de la lengua, mientras que la intensidad de matices relacionados con notas que evocan matices salados no se detecta en la parte central de la lengua, sino preferentemente en sus bordes.

Como puedes observar, esta riqueza de sabores permite que el AOVE sea un extraordinario complemento para dar a cada alimento o plato un toque perfecto, único y diferencial.